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jueves, enero 12, 2006


El Padre Pepe en 1977, foto de la prensa
argentina

lunes, enero 09, 2006

El Padre Pepe II (Crónica Nº 20)

En 1981, vivía yo en Quilmes, un barrio en el sur de Buenos Aires, para dicha fecha, nuestro país aún no entraba en el esplendor económico y el gobierno muy amable no era, de hecho no conocíamos inmigrantes. En ese tiempo en Chile todavía existían los pobres, en nuestra bella Plaza de Armas sólo había soldados y los que podíamos salíamos del país en busca de un futuro más propicio en tierras ajenas. Yo, al igual que muchos otros, crucé los Andes buscando una vida. Con la ayuda de organizaciones para refugiados políticos en poco tiempo logré llegar a Buenos Aires, establecerme en Quilmes y desempeñarme exitosamente como garzón en una parrilla porteña, labor que me permitía alimentarme, pagarme la cerveza, los cigarrillos y alquilar una habitación a pocas cuadras del trabajo.

Ya en 1982 tuve nuevamente noticias del Padre Pepe, emocionado por los periódicos y por la radio me enteré que seguía viviendo en la Argentina, comenzó a aparecer habitualmente en los medios acusado de una serie de atentados políticos, el gobierno argentino lo culpaba de liderar movimientos rebeldes que ponían en riesgo la seguridad pública, le buscaban por todos lados, pero nadie sabía concretamente donde estaba, se creía que posiblemente se escondía en barrios marginales de la Provincia de Buenos Aires, y una segunda hipótesis afirmaba que habría logrado salir de la zona central del país para alcanzar el Chaco, en la frontera con Paraguay. Si esto era cierto y si el padre contaba con el apoyo de la población campesina, se volvía imposible apresarlo para los militares. Yo que lo recordaba hace tantos años con cariño y que añoraba reencontrarme con él, sabía que tarde o temprano se sabría que todo era un error, por eso comencé a recortar y a guardar en el cajón de la mesita de noche todo lo que la prensa publicaba sobre él en un cuaderno de fan.

Un día como cualquiera al terminar la jornada, venía de noche de la parrilla cansado, ya tarde, fumaba y silbaba un tango cuando sorpresivamente encontré a medio camino con la señora que me rentaba el cuarto, me estaba esperando para advertirme que los militares habían allanado el barrio y que habían encontrado entre mis cosas un cassette de Silvio, revistas para adultos y los recortes del Padre Pepe. La señora me aconsejó que viajara, que la cosa estaba violenta, que eran bravos con los extranjeros, y que los soldados seguramente volverían. Amablemente me devolvió el mes de garantía, me deseó suerte, paré un taxi y partí al rodoviario para tomar un bus a Chile, esa misma noche viajé, al lado me tocó un tipo extraño, que usaba sombrero, lentes oscuros, barba larga y estaba abrigado aún con los 35 grados de temperatura que había. El auxiliar del bus se acercó a nosotros para pedirnos el pasaje y los datos, al irse el tipo de barba me habló.

- ¿Jovren discurpe tu erres Juan Cautive, o sea Vladimir, el chilenian den campament crristiano?

Enseguida reconocí su castellano horrible, era el Padre Pepe que también huía de los militares argentinos, nos abrazamos emocionados y conversamos durante las 20 horas de viaje, poniéndonos mutuamente al tanto de nuestras clandestinas vidas. Llegamos a Santiago a la madrugada, al sacerdote era esperado por un grupo de misteriosas personas vestidas de oscuro, nos despedimos, me dijo que el continuaba camino al caribe, que de México pasaría a Cuba a arreglar algunos asuntos con un amigo, me prometió que volvería a visitarme, me dijo que tenía contactos, que no me preocupara que él fácilmente me podría ubicar.

No pasaron más de tres años y una mañana tocó a mi puerta, venia muy cambiado con un habano en la boca y varias maletas llenas de botellas de ron para celebrar el reencuentro, ya no traía su sotana sucia ni sus sandalias de jesuita pobre, venía completamente cambiado, vestía de blanco, con una guayabera bordada, pantalones de lino, gafas y diente de oro. Traía mucho dinero, fuimos al supermercado y compró un refrigerador que llenó de cosas ricas, incluso mandó a comprar el cargamento de los últimos choros zapatos y los comimos por la tardes mientras veíamos Sábados Gigantes, o por la noche tomando ron mientras veíamos el Japening con Ja en el siete.

En una de aquellas largas noches, pasado de copas me confesó que en Cuba había conocido una mulata que lo tenía enfermo, me dijo que viajó a Chile para intentar olvidarla, y que nunca había perdido su voto de castidad. Yo lo escuché y lo incentivé a que viajara de vuelta, le dije que si era necesario abandonara sus votos pues el amor de una mujer lo valía todo, que si el Señor después de tantos años de servicio había puesto una mujer en su camino a lo mejor lo estaba dando de baja. La verdad al principio yo estaba muy contento con su visita pero iban varias semanas de no dormir, yo perdí mi trabajo y mi novia, el curita puro tomaba y me hacía tomar, el tipo no pensaba largarse, comencé a insistirle en las ventajas del romance, hasta que lo convencí y su espíritu santo partió detrás del culo de la negra.

Al día siguiente le fui a dejar al aeropuerto, me prometió escribir pronto y volver contándome como le iba con la mujer, lamentablemente me cambié de casa y no pude avisarle. De igual manera alcancé a recibir algunas de sus cartas, en la primera me contaba que la chica lo hizo mierda, lo cagó con todo el barrio y le quitó su fortuna, que derrotado volvió al sacerdocio y que para cambiar de aire viajaría a estudiar al Vaticano. Pepe, aunque siempre fue un líder innato, se llenó de odio y de frustración por el engaño de aquella mujer, se volvió ambicioso. Calculó que con su potencial y un poco de suerte ascendería velozmente en la jerarquía clerical, en la última carta que llegó me confesó que escondía el jugo de papaya a su jefe como estrategia para apurar el deceso y ocupar un puesto importante. Hace poco por la prensa me enteré que sigue en la iglesia y que logró su anhelo, su jefe lamentablemente falleció hace algún tiempo y él fue ascendido, por esto ya no se le conoce como el Padre Pepe, decidió cambiar su apodo por otro más acorde a los nuevos tiempos y a su actual cargo, ahora le llaman Benedictus XVI.

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jueves, diciembre 29, 2005

Hay un hueón que odio (Anexo Innecesario Nº 3)


En el ejército uno de mis superiores era el sujeto de la foto, su nombre era Daniel López y era un sinvergüenza de los grandes, no sé porque esta mañana al despertar me acorde tanto de él. Bueno, la cosa es que para todos los seres de ésta galaxia, excepto a él, deseo un muy feliz siguiente año, que esté lleno de alegría, de sueños, de dinero, de éxitos sexuales y amigos.

Comiéncenlo correctamente, no abusen del hermano chico, inviten cerveza y cigarrillos al amigo necesitado, traten bien a la novia, ordenen el ropero, no se droguen demasiado, si beben a diario no saquen licencia para conducir, aprovechen la libertad, disfruten con toda el alma , usen condón, terminen la carrera luego, y como dice el eslogan de aquella iglesia, paren de sufrir.

martes, diciembre 06, 2005


El Padre Pepe

El Padre Pepe I (Crónica Nº 19)

Cuando era niño mi madre tenía un jaulón inmenso lleno de canarios finos, de esos con anillo en la pata. Había alrededor de cincuenta aves, en general eran amarillas o blancas pero por las sobredosis que mamá les daba de zanahoria o betarraga se volvían medio colorados. Yo disfrutaba apoyar de espaldas la cabeza en la malla, quedándome ahí quieto pronto sentía como las hembras me arrancaban pelos para hacer sus nidos. Después de la temporada de crianza vendíamos los pichones y nos ganábamos algunos escudos, yo estoy seguro que mi madre quería más a sus plantas y canarios que a nosotros sus hijos.

Un sábado la acompañé a casa de la patrona para vender un pichón, la señora le había encargado un albino y mi madre que equivocadamente pensaba que su negocio era ilegal llevaba varios pichones en un saquito dentro del zapato. La señora nos recibió y nos hizo pasar al jardín, tenía una jaula preciosa que parecía bañada en oro con decenas de pajaritos de todos colores muy bien cuidados, gorditos, llenos de salud. Al verlos no me pude aguantar y exclamé ¡Carajo mamá mira que lindos canarios! Pronto las aves comenzaron a actuar extraño, no sostenían la cabeza cual cisne del río Cruces, una a una fueron cayendo muertas de las perchas al suelo, la señora daba en vano técnicas de reanimación a los últimos agonizantes, yo pregunté si por ahí había una planta de celulosa. La señora fuera de sí, gritando como una histérica nos echó a patadas de la casa, encima no compró ningún pichón, que injusta, como si fuera nuestra culpa que con tan lujosa pajarera no se hubiese preocupado de tener una cintita roja para el mal de ojo.

Caminamos en silencio de vuelta a casa, al llegar mi madre se sacó los zapatos, algunos pichones habían muerto por el traslado así que me mandó a hacer un huequito en el antejardín y una cruz con dos palitos amarrados. Mi madre no me reprendió por lo del mal de ojo, de todas formas no había manera de saberlo, después todo siguió más o menos normal, eso sí, de ahí en adelante no pude volver a salir al patio trasero donde estaba su jaulón y tampoco me permitió conocer al resto de mis hermanitos hasta que entraban a primero de preparatoria.

Para los veranos llegaban a casa mis primos mayores, amantes del fútbol que jugaban en el patio a escondidas mientras mi madre dormía la siesta, en las pichangas siempre llegaban pelotazos al jaulón que en esas fechas estaba lleno de nidos, un día con el golpe cayó uno de los nidos e instantáneamente murieron varios pichones, como mis primos conocían la historia con la patrona, para salvarse rearmaron los nidos fijando con cinta adhesiva los cuerpitos desplumados sin vida, buscaron a mi madre y dijeron que yo había salido al patio para ojearlos. Mi madre sin escuchar mi versión me mandó castigado a un campamento de jóvenes cristianos por el resto del verano.

Ahí conocí al Padre José Masinguer o algo así, tenía un apellido complicado por eso le conocíamos como el Padre Pepe. El Padre era un hombre amable, un jesuita alemán joven y humilde que apenas hablaba español, sin importar la lluvia o el frío vestía siempre con su gastada sotana y sandalias. A los chicos más grandes del campamento nos levantaba de noche después del toque de queda, y nos llevaba caminando hasta el bosque donde nos sentaba en un gran círculo alrededor del fuego. Él se paseaba al centro y enérgicamente nos hablaba temas importantes, nos enseñaba de política, de derechos humanos, de justicia, del hambre del pueblo africano, etc. Algunas veces también jugábamos al semáforo, a la botella, al doctor, o al papá y la mamá. Lo recuerdo como a un sacerdote asertivo y tolerante, nos enseñó a perder el miedo a la muerte y al juicio final, el único error que cometió en su discurso fue asegurarnos que Satán era sólo un personaje de historias de campo.

Siempre al volver a nuestras carpas nos deseaba buenas noches y nos pedía que no olvidáramos ser cuidadosos y no contar de aquello a otros curas, además a todos nos asignó una chapa para mayor seguridad, el mío me encantaba era Vladimir. En esas reuniones el Padre nos llamaba por nuestros apodos y nos explicaba el deber que cada uno tenía con Dios y con los hombres, nos recalcaba que en poco tiempo deberíamos responder al llamado divino de organizar la revolución tanto en la tierra como en los cielos. Sus palabras nos hacían sentir valientes e importantes, éramos la semilla joven del futuro subversivo que se organizaba en las penumbras para conseguir la luz de un mundo más justo y solidario.

Cuando terminó el verano seguí visitando continuamente la parroquia del barrio, mi madre incentivaba aquella amistad con un hombre santo. De hecho con el Padre Pepe hice mi primera comunión, me confirmé y luego me hizo su acólito, cargo que disfruté, solíamos conversar, tomarnos el vino dulce y comer hostias con pebre. Así mientras yo crecía nos hicimos buenos amigos, un domingo llegué a misa como de costumbre y el Padre no estaba, pregunté por él y me avisaron que repentinamente y sin dar razones había partido a la Argentina… (Continuará).

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jueves, diciembre 01, 2005

El Blues de Eduarda y otros avisos (Anexo Innecesario Nº 2)

Para los que se acuerdan de mis periquitos ondulados les cuento que están muy bien, al igual que yo se adaptaron perfectamente al cautiverio en la habitación, a veces cantan conmigo y me arruinan la grabación del disco. Jacinto acaricia y alimenta constantemente a Cata, además por el color intenso de sus ceras se ve que están sexualmente maduros por lo que ya les fabriqué un nido ahuecando un tronquito que me consiguió Eduarda, así aprovechan la primavera.

Les cuento que ya está publicado en el link “Canciones” un nuevo tema compuesto e interpretado por mí, se llama el Blues de Eduarda y es puro Digital Rock, en un estilo más agresivo y reverente que el primer tema. Si quieren bajarlo pinchen acá.

Otro aviso, este domingo 4 de Diciembre estoy de “cumpleaños no tan feliz” así que me saludan si no quieren que me baje la endógena. Par empezar la fiesta aquí va el Meme literario, una especie de auto entrevista contagiosa que dedico a la señorita Sofía Frost

- Estás atrapado en Fahrenheit 451... ¿Qué libro te gustaría ser?
Me gustaría ser Fahrenheit 451 para zafar de la hoguera, y si eso es trampa, ser un libro bomba relleno con clavos y estallar.

- ¿Alguna vez te enamoraste de algún personaje de ficción?
De muchos, en general me enamoro de la nena buena, linda e incomprendida, pero debo reconocer que a veces me da por las malas, y que incluso con los personajes muy admirables no discrimino en el sexo. Recuerdo a personajes que me conmovieron como la Maga de Rayuela o las putas de Pantaleón, sobre todo después que vi la versión cinematográfica de la última. Está de más decir que leyendo “El niño que enloqueció de amor” también enloquecí.

- El último libro que compraste fue...
Nunca pude comprar libros, me los regalan, me los prestan o sencillamente me los robo por ahí, como todos.

- El último libro que leíste fue...
Unos textos de filosofía, un ensayo no recuerdo de quien sobre “Ser y Tiempo” de Heidegger, “El Fedón” de Platón, etc. “El hombre en busca del sentido” de Viktor Frankl.

- Cinco libros que llevarías a una isla desierta:
Reconozco que preferiría llevarme una novia y algunos discos pero si no se puede ahí va…

1.- Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
2.- Todos los fuegos el fuego y Rayuela, Julio Cortazar
3.- El hombre en busca del sentido, Viktor Frankl
4.- El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez.
5.- Todos los que pueda de Mario Benedetti. Muchos cuentos de Horacio Quiroga y otros, los capítulos de Mafalda de Quino, algo de José Donoso, poemas de Miguel Hernández, García Lorca, Alberti, José Agustín Goytisolo, revistas excitantes, etc. total tendría tiempo para todo.

- ¿A quién le pasas esto y por qué?
A Estrelicia como bienvenida y porque ambos disfrutamos con Luis Alberto Spinetta y a Don Serginho por la buena onda.

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miércoles, noviembre 16, 2005

Isabel Oreja en 1959

De mi amor en Humberstone (Crónica Nº 18).

Ya en 1958 teníamos experiencia desempeñando las labores de extracción del mineral, nos acostumbramos a esa vida, yo entraba en la adolescencia y a medida que crecía, mi piel se volvía seca y oscura. En esa época junto a cada cartucho de dinamita que colocaba sólo conseguía que mis hormonas también estallaran, desgraciadamente eran muy pocas las mujeres jóvenes y lindas que habitaban la oficina. De igual manera pronto me enamoraría locamente por primera vez, ahí comencé a ponerme tarado y todavía no se me pasa. A diario de madrugada me tocaba ir a ponerme en la cola de la pulpería para comprar cebolla y pan, a esa misma hora la niña Isabel salía a la vereda a recibir a su maestra de matemáticas.

Isabel Oreja era una muchacha poco mayor que yo, era hermosa, rubia y acinturada, era hija de un destacado empleado de la oficina, uno de los predilectos de Don Santiago Humberstone. El propio Don Santiago lo trajo desde Inglaterra para que fuese su brazo derecho. La hija solía por las tardes recostarse a tomar sol en la terraza de su linda mansión que quedaba en la calle principal, en mi escaso tiempo libre yo pasaba por ahí una y otra vez en bicicleta exclusivamente para espiarla. Un buen día decidí que ya era hora de tomar al destino en mis manos, lo mejor era escribirle una carta de amor desgarrador. Averigüé que los viernes Isabel siempre iba al teatro a ver películas mexicanas, terminé la carta, la aromaticé con pétalos de flores de cactus que era lo único que crecía en la estéril tierra y partí a entregársela, además así aprovechaba de conocer el teatro.

Al llegar no pude hacerlo pues no sabía que ella y los empleados se sentaban en un lugar preferencial, alejados de calicheros y otros obreros con quienes yo estaba, encima perdí el dinero que pagué por entrar, no logré concentrarme en la película pues me dediqué a buscar su mirada en todo momento, cuando ya terminaba le puse un poco de atención pero durante la escena del beso apasionado entre el muchacho valiente y la chica linda, la cinta se incendió repentinamente, el teatro se llenó de humo y se truncó la proyección. En la evacuación me dieron otro dato y al día siguiente volví a intentar ubicarla en la piscina, al llegar también estábamos separados por rejas y guardias, ahí por lo menos chapoteé un poco y la vi por primera vez en bikini, con eso me bastó para no dormir en semanas sin caer de la cama a medianoche.

A finales de ese mismo mes un amigo de su padre me encargó un trabajito, cuando llegué a la casa del magnate me llevé una gran sorpresa al ver que ella estaba invitada. La saludé tímidamente con un gesto y comencé a trasladar unas cosas sonrojado y sin poder concentrarme, lo peor fue que por los nervios dejé caer unas macetas que adornaban la entrada, el dueño de casa me dio una paliza descomunal con sus guardaespaldas. Ahí supe que mi amor era correspondido por la muchacha que valientemente me defendió impidiendo que los gorilas me metieran los restos de las macetas por la boca. Durante el resto de 1958 y comienzos de 59 el azar hizo que nos topáramos un par de veces, aunque nunca hablamos yo aseguro que nos queríamos, lo sé porque a pesar de pertenecer a clases sociales distintas ella no huía de mí, en otra oportunidad la vi en la calle y le invité un mote con huesillo, ella lo aceptó, al entregárselo toqué su mano suavemente y ella me sonrió con dulzura.

En 1959 el escenario social de la oficina era totalmente distinto, grandes deudas en los salarios hicieron que aumentara el descontento en la población obrera, así comenzaron las huelgas y manifestaciones callejeras, para apaciguar los ánimos, desde los altos cargos de la oficina cayó la noticia de que llegarían importantes sumas de dinero provenientes de Estados Unidos. El ambiente estaba tenso, no había plata para comprar nada, la mayoría de nosotros habíamos abandonado nuestros puestos de trabajo y esperábamos las decisiones de los dirigentes.

Yo entre tanto comencé a trabajar como chico de los mandados para el jefe de los contadores de la oficina, entre otras cosas cada semana me mandaban al correo de Iquique a preguntar si había llegado un paquete verde, al cabo de un par de viajes en vano el paquete por fin llegó y lo retiré siguiendo las ordenes de mi jefe. De vuelta en la oficina, casualmente me crucé con Isabel y su sombrilla, para pasar el calor del mediodía me invitó a tomar un helado, encantado agarré el incomodo paquete verde y para que no me estorbara lo dejé bajo una banca de la plaza tapado con mi camisa. Paseamos largo rato conversando y riendo, quedamos en repetir la cita pero a escondidas de sus padres, nos despedimos cariñosamente. Eufórico y lleno de dicha me fui a casa, al llegar mi madre me preguntó porque venia sin camisa y ahí recién me acordé del paquete verde, obviamente corrí lo más rápido posible hasta la plaza. Como era de esperar después de casi ocho horas de abandono el paquete no estaba donde lo había dejado, lo busqué por los alrededores desesperado y por suerte encontré mi camisa. Sabiendo que una vez que el contador se enterase de mi desliz recibiría otra gran paliza, decidí avisar a mi madre y fugarme al sur.

Al año siguiente me reencontré con mi madre en Valdivia, ella me contó que a los pocos días que partí, la oficina fue tristemente cerrada para siempre, los obreros poco a poco emprendieron el éxodo a Iquique, incrédulos perdieron la paciencia mientras los empleadores para retenerlos argumentaban que el paquete con el dinero ya debería haber llegado.

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miércoles, noviembre 02, 2005


Yo de niño, 1948

martes, noviembre 01, 2005

De como llegué al norte grande (Crónica Nº 17)

Últimamente Eduarda va de malas por mis intentos constantes de insurrección y por la insolencia de mi música, dice que soy un perro mal agradecido y para hacerme entrar en razón ha disminuido notoriamente mis raciones de alimento, de hecho ya todos los pantalones se me caen, estoy flaco como nunca y ni siquiera es capaz de comprarme un cinturón barato en la feria. Según ella no me lo compra por miedo a que pueda utilizarlo para atentar contra mi vida, por el mismo cuidado últimamente me hace comer con plato, vaso y cubiertos de plástico, encima me tengo que lavar los dientes con el dedo, ya no lo soporto.

Cuando era libre solía caminar por la orilla de la acera y así mirar las aureolas plateadas que brillan en el oscuro asfalto de las calles, quizás nadie más le preste atención a esos sutiles fósiles urbanos, recuerdo que a lo largo Vicuña Mackena y en la Alameda estaba lleno. En realidad no sé que serán esas marcas, pero me imagino que se forman por tapitas metálicas de gaseosa atropelladas una y mil veces, de esas tapas cuando las botellas eran de vidrio y no se podían destapar con la mano. Mirarlas siempre me produjo una amable nostalgia, tan redonditas como fichas de pulpería, su abundancia me transportaba a mi niñez en el norte, específicamente en la oficina salitrera Humberstone, aunque ahí no había fichas para que sepan los ignorantes, habían vales.

En 1948 yo era un niño indefenso que vivía en Cahuil, un pequeño pueblito en la costa de la sexta región. Habitábamos una humilde casa de pescador con mi madre y su conviviente, Don Manuel, un buen hombre que, es importante aclarar, nunca intentó tocarme los genitales. Aquel hombre durante el verano vivía de la cosecha de la sal y el resto de la temporada de la recolección de un extraño tipo de molusco muy apetecido por los japoneses que le atribuían propiedades afrodisíacas, lo malo es que como estos chinos son todos impotentes extinguieron completamente la especie. Como era de esperar este hecho produjo una importante crisis económica en mi familia que hizo que Don Manuel angustiado y cesante gastase en alcohol el dinero que mi madre había ahorrado para mi educación.

En la esquina de la casa había un bar que frecuentaban los maridos frustrados del pueblo, allí los hombres llegaban a maldecir mujeres e hijos, pero también hablaban del dinero fácil que se ganaba en el norte extrayendo el oro blanco, a veces lo nombraban flor de la pampa o caliche. Una noche de borrachera Don Manuel, después de pagar la vigésima tercera pilsen, notó que de los ahorros ya no le quedaba ni un escudo, así llegó a casa enfurecido, nos maldijo, y nos obligó a hacer las valijas para partir en busca de un futuro al árido norte grande.

Después de un viaje que duró varios días llegamos a la ciudad de Iquique y en la calle Baquedano un diaguita se nos acercó ofreciéndonos la posibilidad de ganar dinero, supuestamente había que trabajar poco y viviríamos en un lugar cómodo, un verdadero oasis en medio del desierto. Confiados partimos, caminamos mucho por la arena bajo el sol, la travesía fue ardua ya que no nos alcanzó para rentar un camello y debíamos tener cuidado de no pisar una mina, después de un par de horas al fin llegamos a la oficina, allí nos recibió gente muy risueña, nos asignaron una casita humilde y nos explicaron en que consistían las labores. Don Manuel se desempeñaría como particular extrayendo caliche y yo lo ayudaría. Gracias a que en ese entonces yo era un niño de bajo peso resulté perfecto para ayudar en las tronaduras, aquel era un trabajo de doble jornada, por el día me introducía en estrechas cavidades subterráneas para colocar dinamita y así remover el terreno, por la noche rezaba para que ésta no estallara a mitad de la faena.

Humberstone era un lugar caluroso de día donde el agua escaseaba, el frío de las noches era desgarrador, nos dijeron que momentáneamente estaríamos incómodos pero que pronto disfrutaríamos de buen dinero, cosa que incentivó a Don Manuel. Al tiempo cuando aprendimos como funcionaba la cosa por allá también nosotros disfrutamos burlándonos de los nuevos que llegaban desde todo el país saludando con sus valijas polvorientas y caritas sonrientes, sin saber que habían caído en la estafa conocida como “enganche”.

Yo, a diferencia de Don Manuel, desde un principio percibí que todo era un engaño y que aquel indio de mierda nos había recagado condenándonos a la miseria. Pero todo se paga en esta vida, al poco tiempo el muy maldito bajó notoriamente su desempeño como recolector de mano de obra y su jefe lo mandó matar por flojo. Los rumores cuentan que hace un tiempo trabajaba paralelamente como momia en el museo, además era el último diaguita y por eso siempre le ofrecían pegas y eventos …(Continuará).

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lunes, octubre 10, 2005


Yo en 1971

Estreno del primer single (Crónica Nº 16)

Una vez más la sabia naturaleza me mostró el camino correcto, me han vuelto las ganas de continuar en este mundo aunque persista mi injusta condición, estoy en mi mejor momento, me encuentro nuevamente motivado y en pleno proceso creativo. Parece increíble pero estoy llevando a cabo uno de mis más ambiciosos y ansiados proyectos. Como habrán notado desde hace unos días al entrar a mi blog se aprecian algunos cambios en la presentación, hoy como recibimiento existe un menú que muestra mi obra de manera ordenada y donde si conectan los parlantes y suben el volumen podrán escuchar mi primer sencillo “Canción del Amor Cautivo”, de mi autoría y bajo mi impecable interpretación. El tema está hecho con las nociones básicas de música que adquirí en el ejército y con el viejo teléfono móvil de Eduarda, cuyas piezas me permitieron improvisar un micrófono para pasar mi voz a la computadora. Quiero destacar la colaboración del músico chileno Don Daniel Cohen, a quien conocí una noche de insomnio por latinchat, en la sala AmantesX y con quien, desde tal fecha entablé una amistad y una relación profesional por mail, él gentilmente me guió en la utilización de programas para crear la instrumentación.

En el link “audio” del menú inicial o en el que coloqué aquí mismo a un costado podrán descargar el tema completo gratuitamente, pero ojo que esto es sólo un pequeño adelanto pues estoy en la composición y grabación del resto de los temas que conformaran mi primer LP, que saldrá en unos meses y llevará el nombre de “Canciones para un País Cautivo”.

También me gustaría aprovechar este emotivo momento para agradecer a los miles de seguidores en Chile y el extranjero, a la gente en el Mercado Central de Santiago que bajo las ordenes del Ingeniero Dovranicci organizan una incesante búsqueda por las comunas de la zona norte de la ciudad, allanando casas, quemando libros y averiguando información sobre mi paradero o el de Eduarda. Al Cabo Causlarichi, fiel compañero de armas que una vez en retiro estudió para surgir en la vida, hace poco se puso con una empresa y cuando se aburre de ganar dinero con sus negocios anexos, me ayuda con el diseño y la publicidad. Si bien con el Cabo nos conocimos en el ejército habíamos perdido contacto, pero el destino hizo que el exsoldado hallara mi página y así nos reencontramos, con el tiempo se ha vuelto mi nexo principal con el mundo exterior, comercializando y exhibiendo itinerantemente mi arte, permitiendo así que mi vida y obra salgan a la luz, que mi nombre recorra el país de punta a punta y que se hagan las gestiones pertinentes para mi búsqueda y la recuperación de mi anhelada libertad. Muchas gracias a quienes me apoyan, a los estudiantes, a la gente que hace arte aunque para comer trabaje de estafeta, a los músicos, a los Djs que no salen en TV, a los poetas proletarios, a los profes, a las mujeres bellas y tituladas, a los ingenieros rebeldes, los matemáticos, a los bloggers amigos, los del CCJJ, y a todos aquellos que me escriben y leen, entregándome así la energía necesaria para seguir adelante con esta lucha. A ellos mi abrazo.

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martes, septiembre 27, 2005


Eduarda y otras yeguas, 1959

Para superar esta angustia (Crónica Nº 15)

Para este once de septiembre, Eduarda antes de acostarse me dejó una vela y fósforos en el cajón de la mesita de noche por si se cortaba la luz, pensé en utilizar los cerillos para quemar el colchón, empezar un motín y escapar pero desistí porque me asustó la idea de lastimar a alguien. La luz nunca se cortó pero la vela la prendí igual y me desvelé pensando, creo que ahí fue cuando caí en ésta profunda depresión que me aqueja, peor que la de cada septiembre, desde esa noche no me levanté más, no me bañé como en 12 días, ya no tengo ganas de escribir, ni de dibujar, ni de nada, tampoco me he afeitado y estoy comiendo muy poco, incluso Eduarda se preocupó, el otro día me preguntó si me sentía bien, si necesitaba algo, yo le dije, libéreme señora, hasta cuando me tendrá acá. Ella no contestó y con un portazo dejó la habitación furiosa.

Pasaron los días y todo empeoró, el fin de semana de fiestas patrias Eduarda salió el jueves por la mañana a la feria como de costumbre, lo inusual fue que antes de partir me dejó una bandeja desbordante con el desayuno, el almuerzo y la cena todo servido al mismo tiempo, también noté que iba más arreglada de lo común, traía un vestido que no sacaba del armario hace años, uno que sólo usaba para ir a bailar, claro que ahora la prenda le queda un poco apretada. En todo caso no le di importancia y jamás pensé que llegaría a la madrugada, calladita, con los zapatos en la mano, es una irresponsable yo no pude dormir en toda la noche esperándola preocupado.

Cuando llegó, al rato, sentí que roncaba así que supongo que durmió un rato, después oí que se duchó, cocinó y me volvió a servir la bandeja con las tres comidas juntas y salió, según ella iba a la vega central pues no había conseguido zapallo italiano, le pregunté si llegaba pronto y me aseguro que si. La esperé hasta las cuatro de la mañana. Al otro día desperté y sentí que ella estaba en casa, mientras silbaba una cumbia hacía fideos nuevamente, me trajo otra vez la bandeja, me dijo que iba a pagar unas cuentas, pagar cuentas un Sábado 17 de septiembre, obviamente volvió el Domingo muerta de sed. Ese mismo Domingo sin yo pedirle explicaciones me dijo que había llegado temprano, incluso antes de la hora de cena pero que no la había sentido pues soy un cerdo flojo y sucio que está siempre dormido, me sirvió la comida y se fue a misa, llegó el Lunes, de seguro se demoró en el confesionario.

El fin de semana siguiente, el Sábado 24, claramente queriendo remendar sus actos Eduarda llegó de la feria con una jaula y un choroy, me dijo que era un regalo para subirme el ánimo, ella sabe de mi debilidad por las aves, le dije que no debía comprar animales de tráfico, tenerme secuestrado a mi que soy un miserable humano, uno en miles de millones es perdonable, pero secuestrar a un pobre loro nativo de los doce o trece ejemplares que quedan en libertad, impidiendo así su reproducción en vida natural es una crueldad, pero esta mujer no entiende razones, me gritó que si no me gustaba lo cambiaría, no insistí en el tema, no valía la pena, ella es terca y no había mucho que hacer por el pobre lorito que se encontraba en muy malas condiciones, casi no tenía plumas, notoriamente su pasatiempo preferido era la auto mutilación, estas malas costumbres se agarran en el traslado desde el lugar de captura a Santiago, seguro venía dentro de las llantas del camión o en las zapatillas del chofer.

El Domingo llegó preguntando si prefería un ñandú o un flamenco, esta tipa está loca pensé, pero para ahorrar saliva y evitar una tragedia medio ambiental le dije que comprara una pareja de simples catitas para que me hicieran compañía, le dije que no fuera dura de mate y que me hiciera caso por una vez en su vida, que comprara una pareja porque en el caso de traer un solo ejemplar, como son aves gregarias, este se moriría de pena o sobreviviría apenas, como lo hago yo, por suerte me obedeció y al almuerzo llegó con los periquitos.

La hembra es una hermosa lutina pero de ojos marrón oscuro, el macho parece ser un azul cobalto común. La hembra resultó ser mucho más amigable que sus congéneres humanas, es un amor, le puse Catalina, pero de cariño le digo Cata. El macho en cambio es más desconfiado que la chica, se llama Jacinto y es un maestro que trata a su mujer como yo debí hacerlo desde un principio, frente a cualquier conflicto un buen picotazo.

Durante la tarde puse un clavito para colgar la jaula de manera de poder verla desde la cama, les construí un comedero y un recipiente para el agua con latas de conserva que le pedí a Eduarda, acomodé las perchas e improvisé un columpio que quedó muy bien, les observo mucho pero sin molestarlos, creo que ya se van acostumbrando a su nuevo entorno, son muy dulces y alegres, me llama la atención que igualmente encerrados parezcan mucho más felices que yo, me acordé de los canarios que criaba mi madre y me dio la misma sensación, esto me hizo meditar, parece que el secreto para sobrellevar el encierro de manera más sana es cantando.

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viernes, septiembre 16, 2005

El que no toma chicha no es chileno (Anexo Innecesario Nº 1)

El que no tome chicha y no baile cumbia o rancheras este fin de semana es un traidor y como tal será repudiado, ojo incluso pueda que sea un inmigrante infiltrado, bueno deseo para todos mucha alegría, un feliz 18 y prospero 19, aprovechen de pecar harto, háganlo por la patria, no choquen, vayan a la parada el Lunes y me cuentan que tal, los que vayan otro día no vale y no me cuenten nada.

Para estas fechas me vienen los recuerdos y me deprimo un poco así que seré breve, agradezco de todo corazón las palabras de la niña Frost, me emocionaron léanlas acá.

jueves, septiembre 08, 2005


El día que decidí enrolarme en la desdicha.

De lo que aprendí en el ejército sobre los emblemas nacionales (Crónica Nº 14)

En el ejército se esmeraban por darnos las herramientas necesarias para formar hombres de bien, libres, sensibles y tolerantes. Para ello se nos educaba íntegramente en ámbitos diversos como las ciencias exactas, historia, filosofía, arte, poesía, música, quiromancia, tarot, etc. Una materia que siempre disfruté mucho fue música, en clases ensayábamos temas de Bob Dylan, Víctor Jara y Violeta Parra, sin embargo como buen patriota mi materia preferida siempre fue la Historia de Chile.

Por ejemplo, sabían ustedes que cuando nuestra patria aún luchaba por consolidar su independencia, durante el gobierno de José Miguel Carrera se creó la primera bandera nacional. Esta fue estrenada en 1812 como tributo a la independencia estadounidense en un banquete ofrecido por el cónsul de aquel país. Este sería el principio del fin del colonialismo español, claro para dar inicio al estadounidense.

Los colores representaban los tres poderes del Estado: Majestad, Ley y Fuerza, cualidades que más tarde utilizaríamos para saquear exitosamente países vecinos. Se usó por última vez en la batalla de Rancagua donde la madre patria nos hizo mierda, un tal Coronel Francisco de la Lastra, enemigo de Carrera, le rompió el culo a patadas y lo mandó a reemplazarla nuevamente por la española.

El segundo intento fue en 1817 tras el triunfo de los independentistas en la Batalla de Chacabuco, el nuevo proyecto mantenía la misma novedosa estructura de tres franjas horizontales, pero cambiaba el amarillo micro por rojo, sin embargo ésta pronto sería suprimida pues era una descarada copia de la holandesa.

Durante el gobierno de O'Higgins fue izada por primera vez la hermosa bandera actual, copia fiel de la de Texas. En cuanto a lo que cada color representa, el rojo simboliza la sangre vertida; el blanco, la nieve de la cordillera de los Andes, y el azul, el limpio cielo chileno. La estrella recuerda que la República de Chile es una sola, y que no es una república federal.

En la actualidad se cree que tal diseño estaría totalmente obsoleto pues la blanca nieve forma ríos viscosos que llegan al mar sin peces, además los glaciales se están derritiendo de a poquito por nuestro turístico boquete en la capa de ozono. Estas razones serían más que suficientes para remplazar el blanco por un café sorete. Otro punto importante, es el ya inexistente limpio cielo por lo que también se habla de cambiar el azul turquí por un gris oscuro. La estrella se mantendría intacta pues es notorio que nuestra patria está más sola que nunca dentro de América Latina. Un elemento que se mantendría intacto sería la franja roja, puesto que sangre por derramar todavía queda mucha, eso es lo importante. Como ven el diseñador a través del tamaño de las áreas plasmó de forma majestuosa que en Chile hay más sangre vertida que nieve o cielo.

Al igual que la bandera, nuestro Escudo de Armas ha experimentado alteraciones desde que se creó debido a las diversas circunstancias. El primer escudo se estableció también durante el gobierno de Carrera y destacaban de pie junto a una columna, a un lado un cretino y al otro una mujer golpeada, ambos lucían como indiecitos. En su parte superior se leía el lema “Post tenebras lux”, que significa "Después de las tinieblas, la luz". Se dice que la frase estaba incompleta y que la original decía "Después de las tinieblas la luz, y te la van a cobrar aunque no la ocupes”.

Pronto en 1817, surgen dos nuevos escudos, el de junio de ese año en su parte superior llevaba impresa la ridícula palabra "Libertad". En octubre, se crea otro semejante al anterior, pero se le agregan algunos detalles y desaparece la palabra "Libertad" cosa totalmente entendible.

En 1819, el escudo estaría formado por un horrible óvalo azul oscuro, una estrella en su parte superior representaba la hermosa ciudad de Santiago y a los lados de una columna, se veían otras dos estrellas iguales por Concepción y Coquimbo extremos de Chile en ese entonces. Este conjunto iba rodeado por dos ramas de marihuana que representaban la corrupción, sus cogollos estaban atados con una cinta tricolor.

Durante el gobierno de Joaquín Prieto fue aprobado el proyecto del actual escudo sostenido por un cóndor, el ave más fuerte y corpulenta que surcaba nuestros aires en la prehistoria, y en el lado opuesto un huemul, el cuadrúpedo más extinto y singular del territorio. Debajo, en los soportes, una cinta con el lema "Por la razón o la fuerza" simbolizando nuestra tolerancia y generosidad. Los términos técnicos propios de la heráldica, sumado a que el huemul era un animal inventado, en un comienzo generaron diferentes críticas al emblema.


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jueves, septiembre 01, 2005


En Buenos Aires con unos amigos

A los seguidores con amor (Crónica Nº 13)

Desde joven nunca serví para nada y dispuse de mucho tiempo libre que desperdiciaba tirando migas de pan a los gorriones del jardín, un buen día decidí que aquello debía parar, era necesario tomar la vida por los cuernos y elegir un camino que me permitiera desarrollarme como ser humano de manera provechosa. La mala dicha fue que esta revelación coincidió con la fecha de mi secuestro, y por lo mismo, no pude llevarle a cabo satisfactoriamente. Sin otra opción, ya que en este encierro ni siquiera puedo alimentar las aves, decidí dejarme llevar por el dibujo y la poesía, poner mi ocio a merced de la inspiración y así canalizar a través de la magia de imágenes y palabras mis ansias de libertad. En un comienzo no tenía los materiales necesarios pero de alguna manera conseguí esta computadora y caí en la opción digital, muy criticada por la elite artística pero perfecta para mi condición tan particular de vida.

Para un tipo como yo con una existencia arrojada al sufrimiento continuo, un pincel se vuelve mucho más que una simple herramienta escolar, es por esto que Eduarda no me los facilita, tampoco lápices ni ningún elemento corto punzante que pueda utilizar para atentar contra mi vida. Además si tuviera alcance a los materiales y me expresara a través de una forma más tradicional, como por ejemplo la pintura al óleo, escultura en bronce, video instalación, body art, etc. no podría exhibir mi trabajo y las obras estarían condenadas a guardar polvo en un rincón del cuarto.

Es así que durante 17 años de duro cautiverio he acumulado obras como respuesta a múltiples estímulos televisivos y telepáticos, ahora es el tiempo de sacarlas a la luz como complemento a las crónicas que relatan la increíble historia de mi vida, por mi parte, considero a este conjunto imágenes y escritos como sustancias incompletas, almas en pena buscando un cuerpo, la materialidad necesaria para existir como obras palpables y dejar de ser tristes ánimas medidas en bytes. Espero disfruten mi humilde obra que hoy comenzaré publicar, a un costado de esta página encontrarán los links para revisarla, sean bienvenidos…

Por otra parte quería dirigirme a los seguidores que preguntan constantemente como es posible contribuir directamente a mi liberación, de antemano agradezco tal preocupación y en esta ocasión me ocuparé de dictar una serie de peticiones a llevar a cabo por toda(o) muchacha(o) chilena(o) o extranjera(o) que desee sumar su grano de arena a esta justa causa.

En primer lugar es de gran ayuda agregar Cautivo como tercer apellido a tu nombre, si odias a tu padre o a tu madre y a parte de la familia quizás prefieras reemplazarlo por el primero o el segundo apellido respectivamente, en el terrible caso de odiar a ambos también podrás repetirlo y ponerte por ejemplo, José Cautivo Cautivo pero te advertimos que los prejuiciosos te creerán huacho. Tampoco se recomienda cambiarlo en el caso de que tu apellido sea fino como Dovranicci, Causlaricci, Goycolea, McOliff, McDonald, Tocaclitoritias, etc. Aunque lo odies quizás en el futuro lo necesites para que te tomen en cuenta o para hallar trabajo.

También puedes contribuir inscribiéndote en el CCJJ (Club Campestre de Jóvenes por Juan), la inscripción es automática y para hacerlo sólo debes enviar un correo a juancautivo@gmail.com. Es de mi obligación comunicarte que como Miembro Gold Premium de esta mística cofradía, o mejor dicho secta, se te asignará una primera misión.

Tal misión es muy peligrosa y tiene como objetivo principal evangelizar a la población desinformada, será llevada a cabo por ti cada domingo a partir de las 8:30 de la mañana, consiste en ir por las calles vestido formalmente, como para matrimonio o funeral, bajo el brazo cerca del corazón llevarás una copia empastada de mis crónicas, de esta manera por cada hogar que pases tocarás el timbre o en su defecto gritarás ¡ALO! hasta que el ignorante vecino salga en bata y somnoliento, si lo sorprendes con resaca mejor, no olvides hacerlo vestido formal y preferentemente en grupos mixtos de 7 u 8 socios repartidos por distintas casas de la cuadra, si puedes arrienda o consigue niños, sumados al grupo y vestidos de la misma manera son de gran utilidad para pasar desapercibidos, no molestados y para ser recibidos de manera amable. Una vez que la víctima salga, antes que despierte del todo debes mostrarle las crónicas y repetirle cerca del oído la página www.juancautivo.blogspot.com, www.juancautivo.blogspot.com así varias veces y luego huir velozmente sin mirar atrás.

Si no tienes como contactarte con otros socios, una alternativa que puedes tomar es ir en forma solitaria y equipado de la manera ya descrita a gritar en pleno Paseo Ahumada o Plaza de Armas, si puedes consigue un altavoz.

Ok, si prefieres sólo ocúpate de hablar de esta página a tus amigos con el objetivo de informar a todo pecador irresponsable, ignorante, maldito perro que va de la casa al trabajo y del trabajo al mall, y que toma el micro sin tener conciencia de la existencia de mi angustiante vida y obra.

Para finalizar quisiera avisar a todos los seguidores que esta página se autodestruirá en algún tiempo al igual que el planeta. Agradezco de todo corazón su apoyo incondicional y los invito a continuar con este delirio.


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miércoles, agosto 24, 2005


Araucaria Paloma en 1976

Mi novia universitaria (Crónica Nº 12)

Hoy recibí el correo de un joven que asegura haber reconocido al Ingeniero Dovranicci en la foto, al parecer mi viejo amigo tendría desde hace años el mejor restaurante de mariscos del mercado central, tal local es llamado “El Faro” así que por favor me lo visitan y me cuentan que tal.

Esta mañana al recibir la noticia no pude evitar caer en la peligrosa práctica de la nostalgia, la triste dicha que me lleva a narrar a continuación la historia de la mujer que jamás olvidé, el amor que más me quiebra recordar, la mayor condena es la pasión y el dolor de una vida marcada por el cautiverio y por su ausencia.

Esa noche salí de franco y fui a tomar algo a un popular lugar capitalino llamado “Las Brujas”. Allí conocí una hermosa trigueña de mirada amable y sonrisa queda, su nombre era Araucaria Paloma Parra. Me senté en la barra del local y desde allí busqué su mirada esquiva, al fin me animé y la saqué a la pista, mientras contorneábamos nuestros cuerpos a lo Travolta me dijo su nombre y me contó que estudiaba para profesora de artes en el Instituto Pedagógico, en aquellos tiempos un floreciente centro educacional dependiente de la Universidad de Chile. Las mujeres del Pedagógico siempre han tenido fama de ser las más bellas marxistas de Chile así que enganchamos enseguida.

Comenzamos a salir, primero fuimos al Cine Lido, luego al Rey del mote, a la Quinta Normal, al Club Hípico, etc. A las pocas semanas ya pasaba por ella cada viernes a su universidad, ahí le esperaba en la entrada principal con una flor para cargar su bolso y caminar con ella hacia la avenida.

Su bolso generalmente pesaba demasiado, incluso más que mi mochila para campamento de supervivencia y alta montaña, cuando tuve la oportunidad lo revisé por curiosidad, me llamó la atención no encontrar interesantes y gruesos libros como me había dicho cuando le pregunté que traía, en vez vi extraños elementos de estudio para una futura docente, encontré por ejemplo botellas de cerveza, cerillos, piedras, maderos, un neumático, etc.

Cuando salíamos a bailar los fines de semana, la muchacha perfumada de flores y parafina me susurraba al oído las excelentes condiciones de estudio que tenía “El Peda” como solía llamarlo con cariño, cuando pregunté por su tan especial aroma me explicó que su madre trabajaba de jardinera y su padre como bombero de la Texaco, ahí concluí que ella era tan buena niña que además de estudiar, se esforzaba en ayudar en las labores a sus padres y se avergonzaba, por eso los extraños elementos ocultos en su bolso.

Sobre el Peda me contaba que era como Harvard pero mejor, me decía que sobraban los pupitres, que la biblioteca estaba repleta de libros muy bien cuidados, que todas las salas eran aclimatadas y que los baños eran como los del Kremlin de Moscú, pero más limpios. Yo en realidad nunca entré a buscarla por temor, se corría el rumor de que sus patios eran sagrados, había una leyenda que contaba que Satán durante las noches ponía perros salvajes que lo custodiaban y que caía una maldición terrible sobre quien osara consumir sobre el césped sustancias alucinógenas, aquellos infelices eran terriblemente castigados y desterrados de aquel paraíso.

Por lo que me han contado mis amigas del LatinChat, la mística institución, aunque cambió de nombre, básicamente se mantiene intacta.

Bueno la cosa es que al poco andar supe que estaba completa y locamente enamorado de aquella muchacha de ojos verde intenso como el moco maduro, era tan frágil y friolenta que andaba siempre con un pasamontañas en su bolso, incluso en verano. Solíamos pasear tomados de la mano por el forestal, en los días de lluvia cobijados bajo el paraguas y en los de sol todo era tomar helado y conversar. Nuestro amor era cada vez más profundo pero un mal día me dejó por un mediocre dirigente estudiantil que salió rey feo para la semana del joven combatiente. Sufrí mucho aquella pérdida, años más tarde me enteré que Araucaria Paloma había logrado ser una excelente profesora de Liceo, y que después de una compleja rehabilitación se volvió una mujer esforzada que trabajó el resto de su vida para pagar el crédito universitario.


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viernes, agosto 19, 2005


Yo en 1963

jueves, agosto 18, 2005

De cuando ingresé en la milicia (Crónica Nº 11)

Hoy me sentí mareado y caí mientras caminaba en círculos por la habitación, me golpeé en la cabeza, Eduarda me tomó en brazos y me lavó la herida con whisky, esa sensación como de protección maternal me hizo sentir bien, me recordó mis inicios en la milicia. Mientras estuve en las filas, mis compañeros de batallón siempre me catalogaron de extraño, realmente yo era muy diferente a ellos y por eso solían humillarme. Pienso que esto se debía principalmente a que nunca soñé con acribillar a un extranjero, tampoco con criar un perro y comerlo, matar un pollo con los dientes, volver al negro mi esclavo y ese tipo de cosas. Podría contarles que la primera y última vez que jalé un gatillo casi mato al instructor de tiro y me sentí más frustrado que Caszely después del penal, enseguida me dejaron a cargo del establo. Sin embargo aunque no lo parezca mi presencia en el ejército no fue del todo un fracaso, gracias a mi esfuerzo y talentos algunos logros tuve, de hecho la misión secreta que se me encomendó durante el plebiscito de 1988 fue todo un éxito, y mucho antes, en el año 1967, fui honrosamente condecorado por obtener el primer lugar en un concurso de poesía con tema la Primavera, el premio fue por la obra "La Mariposa y la flor negra", XLIV Concurso de Poesía militar, Batallón 24, Compañía de Alta Montaña, Ejercito de la Nación. Por último también fui merecedor de la Medalla al Esfuerzo y al Crecimiento Personal, Batallón 24, Compañía de Alta Montaña, Ejercito de la Nación, año 1969.

Mi interés por la vida castrense comenzó temprano, recuerdo que siendo todavía un niño, durante el segundo gobierno de Alessandri Palma, quedé maravillado cuando dos militares vestidos de uniforme impecable, con su estampa galante y sus carabinas, marchaban serios e inmutables hacia mi casa ubicada en un barrio obrero, al llegar como superhéroes indestructibles, demostrando su poder y virilidad botaron de una patada la puerta, luego golpearon a mi madre y la violaron engendrando a mi hermano Augustito.

Algunos años después mi madre en una tarde soleada de 19 de setiembre en el Parque O´Higgins me diría:

- Juanito querido mi sangre, este año usted termina la secundaria ¿ha pensado que hará con su vida? Tenga presente que si se esfuerza desde ahora, será cualquier cosa que quiera, claro dentro de nuestras escasas posibilidades hijo.

En ese momento no contesté nada, sin embargo mientras miraba como desfilaban las tropas la pregunta retumbaba en mi cabeza. Recordando el incidente de la puerta pensaba, maldición si no soy bueno para nada sólo me queda ser artista o milico. Al final decidí que artista no era el camino pues mi apellido no era elegante como McOliff, Causlaricci, McGuiver o McDonald, y está de más decir que no quería pasar hambre. Me entusiasmé pensando que si tenía dedos para el piano como militar podría llegar a comandante en jefe y hacer una fortuna de manera honrada. Como sea, la decisión de entrar al ejército la tomé a fines de ese año y pasó más que nada por no poder evitar el servicio militar obligatorio, además mi mamá era muy clasista y no quería que yo entrará a la universidad, decía que como ahí dan muchos créditos y becas, los que van son puros pobres.


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jueves, agosto 11, 2005


Políticos amigos 1970

miércoles, agosto 10, 2005

Aclaraciones sobre mi ideología y mi sexualidad (Crónica Nº 10)

Llevo varios días pensando como dictar las aclaraciones necesarias para aquellos seguidores que me culpan injustamente de comunista, negro y homosexual. De todo corazón lamento que tantas personas hayan perdido su tiempo enviando mensajes con malas palabras, dando a conocer sus dudas sobre mi tendencia política y/o mi cuestionada virilidad, por estos amables compañeros me ha nacido la necesidad de reconocer públicamente que no soy ni tan comunista ni tan homosexual, en primer lugar quisiera destacar algunos detalles del cautiverio que son difíciles de apreciar para el hombre libre común, por ejemplo, debo conformarme con canalizar mi humana naturaleza política a través del reality, estando aquí encerrado si tuviera algún partido al que apoyar igualmente no podría votarlo, pero en cambio al capataz si puedo a través de Internet. La verdad es que para un hombre privado de su libertad como yo, la política pasa a un plano irrelevante, de hecho influye de forma mucho más directa en mi cotidianeidad quien sale capataz en el reality que quien resulte electo presidente de la nación.

Después de aquella primera lectura, quisiera dirigirme a los incrédulos que dudan de la veracidad de mis relatos y de mi linaje, por esto quiero aclarar que estas pequeñas narraciones son íntegramente basadas en mi angustiante vida, los otarios que creen que son sólo crónicas de humor negro están totalmente equivocados, por suerte salí blanquito, supongo que de haber nacido negro mi vida habría resultado aún peor.

Con respecto a aquellos que ponen en duda mi sexualidad, afirmo y defiendo por sobre todas las cosas mi condición de varón y caballero, aunque debo aceptar que de joven tuve algunas experiencias con personas del mismo sexo que disfruté un poco, pero aclaro que estas fueron fortuitas y superadas. En este último punto quisiera ahondar para ser comprendido y no atacado injustamente o malinterpretado, para ello narraré un episodio ocurrido cuando yo tenía alrededor de 22 años.

Esto partió por culpa de mi novia de aquel entonces la noche que me dejó, ahora con la sabiduría que me han regalado los años miro hacia atrás y no logro entender como el término de aquella relación me pudo afectar tanto, realmente la niña estaba falta en materia intelectual y gracia física, es increíble, aquella noche llegué incluso a pensar en quitarme la vida por ella y sin embargo con el tiempo ya no recuerdo su nombre, creo que era Luisa o Lucía.

Esa noche tuvimos una fuerte pelea en su habitación donde se dijeron palabras hirientes, ella me echó en cara mis malformaciones y los dedos que perdí al cruzar la cordillera a pie con el ejercito, también me trató de maldito trípode, yo me quejé de su anorgasmia, después salí de allí agobiado y por rencor tomé el dinero de la caja fuerte de su familia, conocía de memoria la clave porque a la chica saberse dueña de una fortuna le excitaba y por ello solía repetir la combinación al hacer el amor. Arranqué muy acongojado a comprar ropa para superar el dolor, después pasé a un bar, más tarde bien vestido y con una botella en la mano decidí partir a buscar consuelo en otros brazos y para ello me dirigí a Diagonal Paraguay con San Camilo, había oído decir a padres de familia que ese barrio era bueno, así que fui allí buscando un nuevo amor sin importar la tarifa, ya estaba cansado de sufrir por mujeres además con el dinero que había tomado podía tener la mujer que quisiera y lograr que me tratara como a un rey.

Cuando llegué en todas las esquinas había muchachas ofreciendo sus especialidades, quedé impactado, aquellas eran las mujeres más bellas que yo había visto en mi vida, eran jóvenes, altas, de cintura fina y cuerpos generosos como las que salen por TV. Elegí la más cara de todas, su nombre a diferencia del de mi novia si quedó grabado en mi memoria, la chica se llamaba Daisy, me acerqué, llegamos a un acuerdo económico y fuimos de la mano a un hospedaje a la vuelta, allí nos drogamos y ella felina se desnudó sobre la cama, seguido a su sensual performance noté que había un pequeño problema bajo su ombligo que se esforzaba en ocultar, un problema de mas o menos 23 cm y un kilo de peso. No supe que hacer, me llamaba a la cama con sus labios carmín, siempre me costó decir que no a las mujeres, además ya le había pagado y encontrándome tan drogado terminé dejándome llevar.

Me lancé a la vida sin paracaídas y a la mañana siguiente desperté temprano por una molestia en el recto, al principio no le di importancia ya que la asumí como parte de la resaca, también triste noté que la muchacha ya no se encontraba a mi lado, sobre la almohada sólo había una nota y un corpiño copa C perfumado y autografiado, en la nota me agradecía la noche que le brindé y me dejaba su número, me pedía que si sabía de alguien que tuviera una despedida de soltero o algo similar le avisara. La molestia se mantuvo así que preocupado me revisé en el baño, entre los cuartos traseros se me asomaba coqueto el látex, lo retiré aliviado y muy alegre por no haber terminado en el hospital pasando la vergüenza que dicen vivió Don Juan Guillermo.

Aún tengo guardado el corpiño con la nota en el maletín de los documentos. Si bien ese día caminé como vaquero hasta la cena, nunca me arrepentí de experimentar y disfrutar la vida a concho.

Casi lo olvido, años después me enteré que aquella ex novia se había casado con otro militar, uno muy adinerado.


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martes, agosto 02, 2005


Eduarda y el hijo que murió antes de nacer, 1964

lunes, agosto 01, 2005

Para evitar la enfermedad mortal llamada vida (Crónica Nº 9)

Bueno lo que es yo, hoy no amanecí muy bien, pasé mala noche, encima al despertar bajé la pierna de la cama y la metí en la bacinica, siempre la tengo bajo la cama para no levantarme con frío, bajé la pierna sin mirar sumergiendo el pie hasta el tobillo, se me mojó la calceta y se volcaron los orines en el piso, llamé a Eduarda para que limpiara pero no contestó, seguro salió temprano a la feria o a pagar los impuestos, por suerte en el cuarto tengo diarios que Eduarda me compra de vez en cuando, con eso cubrí lo mojado. Al avanzar el día la cosa no mejoró, había muy mal olor en la habitación por lo acontecido. Eduarda se demoraba y se había ido sin dejarme desayuno, mas encima a media mañana no pude terminar el puzzle que empecé. Siempre fui muy bueno con las palabras cruzadas, cuando éramos jóvenes con Eduarda solíamos hacerlas semidesnudos, tirados sobre el césped de alguna plaza y sin diccionario.

Supongo que seguiré escribiendo sobre como comenzó este calvario, después del incidente ya narrado en el Santa Lucía, Eduarda y yo nos seguimos viendo, fuimos un par de veces al teatro y otras fuimos a pasear a la Quinta Normal, el 14 de febrero de 1963 nos pusimos de novios, a las pocas semanas dio la mala dicha que nos separaría trágicamente, en la madrugada de un lluvioso Lunes yo partí al servicio militar obligatorio, ella que llorando quedó, prometió esperarme.

Al principio, estando en el cuartel tomando té, mes a mes llegaban sus apasionadas cartas que yo sin demora contestaba con poemas y promesas. Un mal día me llegó una de sobre oscuro, donde Eduarda sin mucha explicación me decía que por favor no la buscara más, me comunicaba que por motivos milagrosos, paranormales e inexplicables esperaba un hijo y que se casaría con el Ingeniero Dovranicci. La noticia fue desgarradora, anduve llorando por los rincones del regimiento por algunos días, por suerte mis superiores de corazón noble, como verdaderos guías responsables de jóvenes vidas, fueron los primeros en ofrecer sus hombros comprensivos, sobre todo el Mayor Cereceda a quien todos recordamos con amor. Como decía, con la noticia sentí que mi corazón se quebraba, por suerte seguí los consejos de un teniente muy sabio, pronto chicas más generosas y llenas de ternura fueron las encargadas de juntar los pedacitos y restaurarlo. El dolor fue intenso y me hizo cometer errores, sentía que Eduarda me había engañado, y ¡carajo que no se le roba la mujer a un militar!, decidí tomar venganza contra Eduarda y comencé tratando de embarazar a toda mujer que pudiese, ahora me arrepiento de aquello que fue irresponsable, el odio me cegó, igual no sé como me habrá ido con ese plan, nunca las volví a ver.

El reencuentro con Eduarda fue casi veinte años después en el Santiago de 1985, recuerdo que ese 3 de marzo tembló muy fuerte, mi casa quedaba justo en el epicentro y se hizo mierda así que perdí todo lo que con gran esfuerzo había salvado de la inundación el año anterior, según los vecinos que me encontraron tirado inconsciente sólo se salvó de mis pertenencias la polaroid, ellos fueron quienes con los ojos vendados me llevaron a un miserable albergue, les di las gracias y me descubrí la vista, mientras ellos salieron corriendo.


Al llegar al recinto me registré como en un hotel, me preguntaron si tenía parientes que me ayudaran, contesté que no y en eso la vi ahí recostada, afectado terminé los trámites de inscripción y sin que me viera me senté enfrente, ahí la observé unos minutos, por desgracia seguía igual de linda, un poco más vieja pero incluso las patas de gallo le lucían bien. Estaba echada en un colchón sucio y tapada casi por completo con frazadas sucias, sobre su cuerpo volaban y se posaban moscas, aún en esas condiciones se encontraba rodeada de hombres que le platicaban y adulaban, yo en ese momento seguía muy enojado, así que cuando me vio corrí la mirada, Eduarda se me acercó, aunque la herida aún estaba abierta su rostro daba cuenta que ella también había sufrido mucho y por eso decidí escucharla. Me saludó con un beso en la mejilla y se acomodó en mi costado en silencio, luego de unos minutos me abrazó emocionada, me dijo que lamentaba mucho lo que había sucedido, que siempre se arrepintió, que me amaba y que para ella había sido muy difícil dejarme, me explicó que se había confundido pues Dovranicci le prometió el mar y la tierra, sintió que con él tenía futuro, pensó que por fin saldría de la población y conocería Europa o Vietnam, también confiaba en que Dovranicci le daría la estabilidad económica que yo nunca le pude dar.

Un caballero como soy no debería decir estas cosas pero la verdad es que hasta el día de hoy no le creo nada, siempre pensé que me dejó porque yo soy un pobre tipo, claro como yo no tengo un apellido fino, como no soy ni rubio, ni mafioso, ni deseado por sus amigas partió con el otro, siempre me pasa lo mismo. De hecho sacando cálculos dudo que el impotente de Dovranicci pudiera ser el padre de la criatura, estoy seguro que se casó con él porque quedó en cinta de un cualquiera en una disco, y claro como este tipo tenía plata, lo buscó y se lo encajó al tarado.

Continuó con su relato y agregó que el niño no deseado jamás nació, con lágrimas en los ojos me contó que después de enterarse que ser la novia del Ingeniero era peor que ser la mía, tomó una decisión que sería su cruz por siempre. Me confesó que si bien en esa época no existía la hoy popular "píldora del día después", en esa época para las adolescentes chacoteras había otros trucos efectivos, como tomarse la yerbita, cambiar el PH vaginal con una pila o caerse por la escalera, Eduarda los hizo todos.


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miércoles, julio 20, 2005


Yo con mis amigos en el McDonald, 1962

El teléfono móvil (Crónica Nº 8)

A parte de no querer seguir viviendo y esas cosas que de vez en cuando nos pasan a los que no tenemos vida, me encuentro muy bien gracias por preguntar. Hoy en la mañana me inscribí en Solos&Solas, una página para conocer gente por Internet, ósea intenté hacerlo pero no pude, sucedió que me metí pero no me aceptaron la cuenta pues me pedían datos personales que no conozco como la dirección, el teléfono etc. Después desesperanzado me sumergí en la rutina nuevamente, mientras me ponía el saco nuevo para volver a la cama noté que en el bolsillo interior tenía el teléfono móvil de Eduarda, si el mismo que recogí en la cocina el día del escape. Jamás me lo imaginé, Eduarda y yo estabamos seguros que se había perdido en el asalto. Tomé aire y me senté a pensar que hacer, tenía que mantener la mente despejada, pues estaba frente a una oportunidad única que no podía dejar pasar.

Aunque parezca increíble me manejo muy bien con esto de la tecnología, de verdad orgulloso lo digo, y como siempre todo gracias al ejército. Estando bajo sus filas me capacité en muchos ámbitos científicos, pero finalmente me especialicé en detonación de explosivos bajo el agua. Podríamos decir que bajo ciertos parámetros técnicos una bomba es muy similar a una computadora o un teléfono moderno.

Resumiendo lo acontecido, rápido y feliz agarré el maletín que tengo bajo la cama con documentos y comencé a buscar mi vieja libreta con números de amigos y chicas. Después de un rato, en el fondo y llena de polvo encontré la pobre libretita con todas sus hojas amarillentas y quebradizas. Abrí en la I encontrando el número del Ingeniero Dovranicci, llorando de emoción marqué 02 (información indispensable para el caso y que manejaba gracias a una recreación de Pasiones), luego con grandes dificultades, pues las lágrimas me impedían ver bien, logré marcar el número de su mansión que era 22 4465, esperé un rato pero no pasaba nada, sólo silencio, no sonaba ni ocupado, ni marcando, ni nada. Intenté dos o tres veces más, también llamé a otros conocidos sin mejores resultados, pensé que ya estaba todo perdido pero un amigo que siempre intentaba suicidarse sin conseguirlo, me enseñó a ser perseverante, constante y optimista, a no echarse a morir cuando las cosas salen mal. Marqué sin cesar hasta que al final me sonó un pito y se apagó todo el aparato, se había acabado la batería y yo no tenía cargador.

No lo podía creer, estaba desconsolado y desconcertado con lo sucedido -¿Qué hice mal? ¿Si marqué 02, por que no había podido establecer la comunicación? - Bueno, al rato intrigado me metí a Internet y me enteré que ahora en Santiago los números de teléfonos tienen 7 dígitos.


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jueves, julio 07, 2005


El accidente en 1989

De cuando logré escapar en 1989 (Crónica Nº7)

Inicialmente cuando Eduarda me secuestró en 1988 me tenía en otra casa, en una que quedaba en la Gran Avenida, lo sé pues de allí me logré escapar rompiendo una ventana y saltando desde un segundo piso. Una vez fuera recurrí a un viejo amigo, que muy comprensivo me prestó dinero y me recomendó salir del país. Ese mismo día decidí partir al Brasil porque en Argentina no me quería nadie. Hice un viaje en bus de 4 días y llegando allá, aunque exhausto, decidí ir directo del terminal a cumplir mi sueño de conocer el gran Maracaná. Una vez en el estadio me llevé una gran sorpresa al ver que justo había partido, y para mi mayor dicha, se enfrentaba la selección de Brasil contra el seleccionado chileno. Como buen hincha nacional pedí plata en la calle, compré la entrada y me ubiqué en una de las galerías lleno de energía para apoyar a la selección, una vez dentro encontré un cómodo lugar junto a unas muchachas muy atractivas, enseguida me puse a bailar samba y a gritar como loco por Brasil.

Con los curvilíneos cuerpos de las garotas no me podía concentrar en el juego, de repente me di cuenta que estaba todo transpirado, que el partido iba ya en el segundo tiempo y que Chile caía por un gol, un certero tiro de Careca había vencido al honesto portero nacional. Mientras Chile buscaba con desesperación el empate, un negrito empezó a joder con una especie de fuego de artificio, yo para prevenir un accidente le llamé la atención una y otra vez, traté de explicarle que lo que estaba haciendo era muy peligroso, aunque me esforcé mucho no lograba hacerlo caer en razón pues el negrito no hablaba nada de castellano. Al final me desesperé, se lo quité y lo arrojé lejos sin cuidar donde iba a parar. De pronto todas las miradas se concentraron en el arco chileno, el portero estrella Roberto “Cóndor” Rojas estaba en el suelo y la sangre corría por su frente.

La reacción de sus compañeros fue inmediata, ni siquiera esperaron el ingreso de la camilla, enseguida levantaron al héroe caído y lo llevaron al camarín. La mafia de Chile no volvió a la cancha, el capitán Astengo decidió que los incidentes eran tan serios que ameritaban un retiro. Yo aprovechando el alboroto y la confusión golpeé al negrito hasta que perdiera la memoria y salí corriendo del estadio sin que nadie lo notará, rápidamente tomé un taxi y luego un bus de vuelta a Santiago.

Cuando llegué acá pensé que estaría a salvo, pero pronto me di cuenta que la noticia estaba en la portada de todos los periódicos, en los canales de televisión y en las radios, el incidente había sido tan confuso que culpaban a cualquiera, incluso a una de las chicas que estaba a mi lado, una chica que era rubia y que después tuvimos la dicha de ver desnuda fotografiada en una de esas revistas para hombres solos.

No sabía que hacer, caminando por la Alameda para tomar un micro, encontré a una vieja gitana que me ofreció leerme la mano, yo me negué rotundamente y ella con gran habilidad destapó su pecho y agarró su pezón lanzándome un chorro certero de calostro tibio en el rostro. Yo que hasta ese punto no entendía nada, miré extrañado a la anciana que me maldijo diciendo, ya verás paisano bastardo mientras tu corazón se mantenga latiendo la selección chilena jamás tendrá un desempeño internacional digno.

Muy asustado y con la conciencia intranquila, para que nadie me encontrara regresé con Eduarda, después de todo en ninguna otra parte estaría más seguro que secuestrado por ella, aparte reconozco que también un poco la había extrañado. Por suerte me perdonó y me permitió volver al calvario, al día siguiente me trajo con los ojos vendados y drogado a la casa donde me encuentro hasta el día de hoy.


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sábado, junio 25, 2005


Gran Peluqueria Vallejo en 2005

La Huída (Crónica Nº6)

Esta mañana después de ducharme estuve a punto de largarme de acá para siempre, el fin de esta maldita condena estuvo realmente cerca de concretarse. Les cuento, me encontraba yo escuchando el obituario como de costumbre y gigante fue mi sorpresa al descubrir que Eduarda había partido a la feria sin ponerle traba a la puerta. Pensé que estaba delirando, pero moví la manija y estaba en lo correcto, por un par de segundos por la cabeza me pasó la vida como una recreación de pasiones, luego me comenzaron a sudar las manos nervioso, pasé un momento inmóvil, me concentré y decidí huir, por un momento dudé no lo niego, pero recordé que el miedo no existe para un verdadero soldado, eso también me lo enseñaron a patadas en el ejército.

De una carrera me vestí, agarré el saco, la polaroid y salí de la habitación. Una vez afuera y de forma sigilosa, revisé el resto de las habitaciones para comprobar que Eduarda ya no estuviera en casa, tomé también un teléfono móvil que encontré sobre el mesón de la cocina, rompí una ventana, salté la reja y llegué a la calle. Fue espectacular la sensación de libertad que experimenté, la luz del sol bañando mi rostro, el viento jugueteando travieso en mi cabello, el cielo azul entrando a mis pulmones, poder tomar micro, pisar caca, no lo podía creer. Hace 17 años que no veía a otro ser humano que no fuera Eduarda, la felicidad era total. Comencé a caminar cauteloso y vi a un tipo moreno que leía un diario en una banca, me eché a correr de la emoción y lo abracé con lágrimas en los ojos, el tipo no sé por que mierda reaccionó mal, me alejó de sí gritando ¿QUE QUIERE?, ¿QUE QUIERE?, le expliqué lo que me sucedía agarrándole los hombros y me dijo ¡ANDATE DE AQUÍ LOCO DE MIERDA, VOY A LLAMAR A LOS PACOS! Yo le dije ¡siiiii, siiii por favor hágalo! Enseguida el tipo me escupió y se alejó caminando en reversa. También me acerqué a una señora gorda que barría la vereda y que entró rápidamente a su casa, después intente convencer a unas muchachas que paseaban en bicicleta pero llevaban auriculares y no me oyeron.

A esa altura ya estaba desesperado, otras personas se hicieron totalmente las sordas, nadie me creyó un carajo, me acercaba y se alejaban. Asustado decidí seguir hacia una avenida que divisé al norte, y para no correr el riesgo de encontrarme con Eduarda en el camino, me fui por una calle pequeña y oscura. A media cuadra me topé con un tipo que al verme me preguntó.

- ¿señor le pasa algo, está perdido? - yo le respondí - ¡siiii por favor ayúdame!
- ¿se encuentra solo señor?- si, si, estoy más solo que la mierda, por favor ayúdame- y en eso el tipo rápidamente sacó algo de su bolsillo.

Bueno eso fue lo último que recuerdo, después me desperté adolorido con una bolsa con hielo en la frente y de vuelta en la habitación. Eduarda estaba sentada a un costado de la cama pelando las papas que compró en la feria y regañándome.

- Menos mal que me lo encontré ahí tirado Juan ¿usted no se da cuenta que afuera está muy peligroso? ¿usted no me cree, pero cuantas veces debo decirle que no se pierde nada si no sale de aquí? No sea mal agradecido macho, afuera no hay nada bueno entienda ¿o acaso piensa usted que la gente afuera es feliz?

La escuché sin decir nada, luego me volteé dándole la espalda, ahí me dormí creo, en fin tampoco estoy tan triste, igual tengo un nuevo dato que me puede ayudar a salir de acá, saben la casa donde estoy es antigua, blanca con gris y enfrente hay una peluquería que se llama "Gran Peluquería Vallejo" es una unisex ¿alguien la conoce?


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sábado, junio 18, 2005


Eduarda y sus amigas en 1951

El día que conocí a Eduarda II (Crónica Nº5)

Últimamente no he vivido nada interesante en la habitación, así que retomaremos un relato que quedó truncado hace algunos días. En la crónica Nº 2 (El día que conocí a Eduarda) terminé contando sobre una inesperada invitación que recibí del Ingeniero Dovranicci, en ella se citaba en su quinta de recreo para celebrar un malón el sábado 15 de Abril de 1968 puntual a las 19 hrs, fecha que esperé con ansias, pero llegada, tocó la mala suerte que llovió a cantaros así que me dio la modorra y no fui.

Eso no es todo, a los pocos días recibí otra muestra de amistad del Ingeniero. De hecho me obligó a acompañarlo a una cita que tenía concertada con Eduarda y otra señorita. En aquel tiempo las mujeres de bien solían acompañarse de una amiga o hermana al salir con sus pretendientes, esto muchas veces conllevaba un gran problema para el varón que debía conseguir otro muchacho para la niña acompañante. El problema residía principalmente en elegir el amigo correcto, pues se corría el riesgo de que la amada se fijara en el amigo invitado. Es por esto que Dovranicci decidió darme el honor de acompañarlo, pues yo era un adolescente aquejado fuertemente de acné en el rostro.

Dovranicci me visitó el día anterior a la cita y me explicó que primero llevaríamos a las menores de edad al “Rey del Mote con Huesillo” y que ahí agregaríamos a sus refrescos una sustancia activadora de la libido llamada yumbina, luego esperando a que la droga surtiera efecto iríamos al cerro Santa Lucía a disfrutar de una tarde de lujuria al aire libre. También me comentó que la amiga con que Eduarda iba era perfecta para mí, al parecer era una mujer muy hermosa, educada y simpática que vivía en el barrio alto de la ciudad. Agregó también que esta chica andaba en busca de un buen hombre como yo, ya que tenía cuatro hijos de padres indeterminados y necesitaba mantenerlos. Feliz accedí y dije que nos veríamos al día siguiente en el lugar acordado.

Llegado el día, nos reunimos un rato antes con Dovranicci para comprar flores, después pasamos a buscar a las chicas a sus respectivos domicilios e hicimos las presentaciones de rigor. Una vez que llegamos al El rey del mote, Dovranicci hizo el pedido e introdujo la yumbina en los vasos antes de repartirlos. Todo iba de acuerdo a lo planeado, pero mientras Dovranicci pagaba la cuenta, Eduarda que sostenía en una mano su refresco y en la otra el del Ingeniero, tuvo la mala fortuna de que un frágil pajarillo que volaba le cagara el vaso. Ella reaccionó cambiando disimuladamente su refresco con el del Ingeniero y pidiéndome que guardara silencio, cosa que hice por caballerosidad. Una hora después y en tranvía llegamos al cerro Santa Lucía, enseguida buscamos un lugar para poner la sombrilla y la canastita del picnic que habían preparado las muchachas. Nos tendimos sobre el césped a charlar y repentinamente el viento comenzó a soplar y elevó unos centímetros la falda de Eduarda, dejando al descubierto parte de sus pantorrillas. El Ingeniero hecho una fiera se lanzó sobre la presa indefensa e intento violarla, obviamente yo la defendí y apliqué la técnica aprendida en el ejército reduciendo al enemigo de una patada en las pelotas. Luego tomé tiernamente a Eduarda en mis brazos y me ofrecí para acompañarla hasta a su casa.

Caminamos horas por el centro conversando y en un momento me confesó que necesitaba urgente ir al tocador, así que entramos en la Catedral Metropolitana donde pedimos el favor. Eduarda entró, y yo como correspondía, me quedé esperándola tras la puerta. En eso estaba cuando de pronto sentí un murmullo bajito:

- Juan, Juan que vergüenza perdóneme, mire usted Juan, no hay papel consígame algo por favor.

Justamente en aquellos años la iglesia católica pasaba por una profunda crisis de fe por ocultar tanta pedofilia, supongo que por esto la catedral estaba totalmente vacía y para más desdicha yo no andaba con nada que sirviera a la ocasión. Para auxiliar pronto a la señorita que por tanta incomodidad había pasado aquel día decidí sacrificar mi pañuelo de seda azul. En ese momento y por tal acto de entrega Eduarda caería locamente enamorada de mí y así nuestras vidas se fundirían para siempre. Nunca supe que pasó con la amiga.


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