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miércoles, agosto 24, 2005

Mi novia universitaria (Crónica Nº 12)

Hoy recibí el correo de un joven que asegura haber reconocido al Ingeniero Dovranicci en la foto, al parecer mi viejo amigo tendría desde hace años el mejor restaurante de mariscos del mercado central, tal local es llamado “El Faro” así que por favor me lo visitan y me cuentan que tal.

Esta mañana al recibir la noticia no pude evitar caer en la peligrosa práctica de la nostalgia, la triste dicha que me lleva a narrar a continuación la historia de la mujer que jamás olvidé, el amor que más me quiebra recordar, la mayor condena es la pasión y el dolor de una vida marcada por el cautiverio y por su ausencia.

Esa noche salí de franco y fui a tomar algo a un popular lugar capitalino llamado “Las Brujas”. Allí conocí una hermosa trigueña de mirada amable y sonrisa queda, su nombre era Araucaria Paloma Parra. Me senté en la barra del local y desde allí busqué su mirada esquiva, al fin me animé y la saqué a la pista, mientras contorneábamos nuestros cuerpos a lo Travolta me dijo su nombre y me contó que estudiaba para profesora de artes en el Instituto Pedagógico, en aquellos tiempos un floreciente centro educacional dependiente de la Universidad de Chile. Las mujeres del Pedagógico siempre han tenido fama de ser las más bellas marxistas de Chile así que enganchamos enseguida.

Comenzamos a salir, primero fuimos al Cine Lido, luego al Rey del mote, a la Quinta Normal, al Club Hípico, etc. A las pocas semanas ya pasaba por ella cada viernes a su universidad, ahí le esperaba en la entrada principal con una flor para cargar su bolso y caminar con ella hacia la avenida.

Su bolso generalmente pesaba demasiado, incluso más que mi mochila para campamento de supervivencia y alta montaña, cuando tuve la oportunidad lo revisé por curiosidad, me llamó la atención no encontrar interesantes y gruesos libros como me había dicho cuando le pregunté que traía, en vez vi extraños elementos de estudio para una futura docente, encontré por ejemplo botellas de cerveza, cerillos, piedras, maderos, un neumático, etc.

Cuando salíamos a bailar los fines de semana, la muchacha perfumada de flores y parafina me susurraba al oído las excelentes condiciones de estudio que tenía “El Peda” como solía llamarlo con cariño, cuando pregunté por su tan especial aroma me explicó que su madre trabajaba de jardinera y su padre como bombero de la Texaco, ahí concluí que ella era tan buena niña que además de estudiar, se esforzaba en ayudar en las labores a sus padres y se avergonzaba, por eso los extraños elementos ocultos en su bolso.

Sobre el Peda me contaba que era como Harvard pero mejor, me decía que sobraban los pupitres, que la biblioteca estaba repleta de libros muy bien cuidados, que todas las salas eran aclimatadas y que los baños eran como los del Kremlin de Moscú, pero más limpios. Yo en realidad nunca entré a buscarla por temor, se corría el rumor de que sus patios eran sagrados, había una leyenda que contaba que Satán durante las noches ponía perros salvajes que lo custodiaban y que caía una maldición terrible sobre quien osara consumir sobre el césped sustancias alucinógenas, aquellos infelices eran terriblemente castigados y desterrados de aquel paraíso.

Por lo que me han contado mis amigas del LatinChat, la mística institución, aunque cambió de nombre, básicamente se mantiene intacta.

Bueno la cosa es que al poco andar supe que estaba completa y locamente enamorado de aquella muchacha de ojos verde intenso como el moco maduro, era tan frágil y friolenta que andaba siempre con un pasamontañas en su bolso, incluso en verano. Solíamos pasear tomados de la mano por el forestal, en los días de lluvia cobijados bajo el paraguas y en los de sol todo era tomar helado y conversar. Nuestro amor era cada vez más profundo pero un mal día me dejó por un mediocre dirigente estudiantil que salió rey feo para la semana del joven combatiente. Sufrí mucho aquella pérdida, años más tarde me enteré que Araucaria Paloma había logrado ser una excelente profesora de Liceo, y que después de una compleja rehabilitación se volvió una mujer esforzada que trabajó el resto de su vida para pagar el crédito universitario.


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6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hagame caso juanito, no ve como son todas iguales,interesadas y malas sin sentimientos, por eso ami ya no me gustan, siempre lo hacen sufrir a uno, intentelo una vez y despues me cuenta que tal la nueva experiencia, estoy seguro que sacar algo bueno.
Muchos saludos.
Araco

5:25 p. m.  
Blogger Sofía Frost said...

Hola Juan, me honra con sus post, pero no sé si yo saldría con usted dadas las condiciones ficticias que propone.
Usted hace 40 años no me parece tan atractivo como ahora que está encerrado y torturado.
Con esto no crea que me gustaría salir con usted ahora.
Tampoco piense lo contrario. Pero me gusta nuestra relación así como está.
Saludos.

12:32 p. m.  
Blogger jaimePL said...

Y con ese dulce nombre tan rebelde que le salió la novia. Que romántica debe haber sido con ese aroma a parafina y el neumático en la mochila...si hasta lo imagino!!. Las mujeres de hoy ya no son como las de antes. No cree Juan? Ese aire a inocencia y pureza de días que fueron. Mire ahí mismo a la señorita Frost, con esas rojas cerezas. Acaso no representaría toda su femeneidad y delicadeza la imagen de un neumático en llamas?

Toda mujer pasada fue mejor, no?
Saludos Juan, cuídese.

2:14 p. m.  
Blogger Sofía Frost said...

Chi!

10:36 a. m.  
Blogger Carol Crisosto said...

me gusta ver ponerme en tu lugar para ver si lograre siquiera alcanzar lo que percibes

1:06 p. m.  
Blogger Hernán Precht Bañados said...

Notable.
Cada línea merece su tiempo.
Ahí estré recorriendo antes de opinar

9:14 a. m.  

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