El día que conocí a Eduarda (Crónica Nº2)

Como todos los días desperté cuando Eduarda me trajo el desayuno temprano, al poco rato eran ya las 8 y puse la radio para escuchar el informativo mientras me duchaba. No sé porque siempre demoró una hora en ducharme, siempre de ocho a nueve. Aproveché de estrenar el saco nuevo, Eduarda me dijo que lo consiguió con una vecina que hace poco perdió a su marido y quería deshacerse de algunas cosas. A las nueve y cinco ya estaba listo para volver a la cama y ver “El Diario de Eva”, un programa buenísimo nunca me lo pierdo, hoy dieron un caso terrible, contaban de un colombiano, un tal Arnaldo, que vivió secuestrado en la sierra más de diez años por la FARC, pobre tipo ese, no sé como pudo aguantar sin televisor.

No me di ni cuenta y ya eran las diez y media, a esa hora siempre voy a pichar y me mentalizo para comenzar con las once vueltas diarias que doy alrededor de mi habitación para no perder el estado físico, a veces también hago aerobox.

Terminaba con mi entrenamiento cuando Eduarda llegó con el almuerzo, al dejar la bandeja sobre mis piernas rozó suavemente mi mano con la suya y ese mínimo gesto me llenó de recuerdos. Hace años cuando la conocí era la nena más linda del barrio, solía pasear tomando helado por la plaza los domingos y todos los ojos la seguían con su vestido blanco. Un día me llegó una invitación inesperada para asistir a un malón en la quinta de recreo del Ingeniero Dovranicci. Bueno ya es tarde, son las tres menos cinco y está por empezar Sala de Parejas con la Doctora Ana Maria Polo, nunca me lo pierdo así que esto queda hasta aquí.


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